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Deshonestidad |
Danny trabaja para una importante comercializadora de
Hong Kong. De visita en la planta de un posible proveedor, expresó su temor de
que la fábrica no pudiera cumplir los estándares necesarios para elaborar los productos
que le encargara.
Más tarde, a la hora de la cena,
el gerente de la planta le entrego un sobre repleto de dinero: el equivalente a
un año de su sueldo.
·
La historia de Danny no es única, ni mucho menos.
La magnitud y el alcance mundial de la deshonestidad son increíbles.
Para muestra basta un botón: según documentos
judiciales, entre 2001 y 2007 una importante firma industrial alemana pago
1.400 millones de dólares en sobornos a fin de ganar contratos.
Aunque algunos escándalos empresariales muy sonados
han propiciado reformas, parece que la situación en general va de mal en peor.
Un estudio realizado en 2010 por Transparencia Internacional descubrió que, “en
todo el mundo, se percibe que los niveles de corrupción han aumentado en los últimos
tres años”.
¿Por qué hay tanta deshonestidad?
¿Realmente conviene ser honrado?
Si la respuesta es sí, ¿cómo lograrlo?
Las
presiones para que
seamos deshonestos:
“La honradez en los negocios es una
reliquia del pasado; quienes se empeñan en
demostrarla están condenados al fracaso.”
(Stephen, Estados Unidos)
¿Concuerda
usted con esta desalentadora opinión? Después de todo, la deshonestidad suele dar buenos
resultados,por lo menos al principio. No extraña, pues, que las personas
honradas se enfrenten a los siguientes tipos de presión:
La tentación. ¿A quién no le gustaría ganar más dinero o darse
algunos lujos extras? Cuando surge la oportunidad de obtener beneficios por
medios poco éticos puede ser muy difícil resistirse.
·
“Como estoy a cargo de la adjudicación
de contratos, a menudo me ofrecen sobornos. La tentación de ganar dinero fácil
es enorme.” (Franz, Oriente Medio.)
La presión para aumentar las utilidades
al máximo.
En los últimos anos, las compañías de todo el mundo
han tenido que operar en medio de una grave crisis; además, tienen que
mantenerse al día con los vertiginosos avances de la tecnología, y la
competencia local y global es cada vez m ´ as feroz. De ahí que a muchos empleados
les parezca que la u´ nica manera de alcanzar los objetivos fijados por sus
jefes es obrando con falta de honradez.
·
“Pensábamos que teníamos
que hacerlo. [...] De otro modo, arruinaríamos la compañía.” (Reinhard
Siekaczek, arrestado por corrupcion
[The New York Times].)
La presión de otros.
No es raro que los compañeros de empleo o los
clientes le insinúen –o incluso le exijan— a uno que participe en sus fraudes.
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“El gerente de una compañía
que es cliente importante mío me dijo que si no le daba su ‘comisión’, se buscaría
otro proveedor. En otras palabras, quería sacar tajada.” (Johan, Sudáfrica.)
La cultura.
En algunas culturas es costumbre que las transacciones vayan acompañadas de regalos. Pero dependiendo del valor del regalo o de las circunstancias en que se dé, podría empezar a borrarse la línea entre lo que es honesto y lo que no. En muchos países hay funcionarios corruptos que se niegan a hacer su trabajo sin un pago de por medio y no tienen reparos en dispensar un trato preferencial a cambio de dinero.
En algunas culturas es costumbre que las transacciones vayan acompañadas de regalos. Pero dependiendo del valor del regalo o de las circunstancias en que se dé, podría empezar a borrarse la línea entre lo que es honesto y lo que no. En muchos países hay funcionarios corruptos que se niegan a hacer su trabajo sin un pago de por medio y no tienen reparos en dispensar un trato preferencial a cambio de dinero.
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“Es muy difícil distinguir
entre una propina y un soborno.” (William, Colombia.)
La comunidad.
Quienes viven en la pobreza extrema o en países donde el Estado es incapaz de imponer el orden público son los que más presión soportan. En esos lugares, al padre de familia que se niega a engañar o a robar se lo ve como un irresponsable.
Quienes viven en la pobreza extrema o en países donde el Estado es incapaz de imponer el orden público son los que más presión soportan. En esos lugares, al padre de familia que se niega a engañar o a robar se lo ve como un irresponsable.
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“La falta de honradez se
considera algo normal, necesario y aceptable, siempre que no te pesquen.”
(Tomasi, Republica Democrática del Congo.)
Como se va erosionando la honestidad
La presión influye muchísimo en la actitud de la
gente. Una encuesta realizada en Australia revelo que 9 de cada 10 gerentes
consideran los sobornos y la corrupción “un mal
necesario”.
Además, reconocieron que estarían dispuestos a pasar por alto sus
principios con tal de obtener un contrato o algún otro beneficio para la
empresa.
Curiosamente, quienes realizan actos fraudulentos no se consideran
deshonestos. ¿De qué forma concilian esta contradicción?
La gaceta Journal of Marketing Research lo explica así: “Las
personas actúan lo suficientemente mal como para obtener beneficios, pero lo
suficientemente bien como para engañarse pensando que son honradas”. Para acallar
la conciencia, recurren a estrategias como justificarse o minimizar sus faltas.
Algunos se refieren a la falta de honradez con términos refinados para
hacerla parecer menos
mala. Por ejemplo, ahora ya no se engaña ni se hace trampa, sino que se
“toman atajos” o se es “competitivo”. Ahora ya no se habla de sobornos, sino de
“favores” o “cuotas de agilización”.
Otros justifican su conducta cuestionable estirando la definición de
honestidad. Tom, que trabaja en el sector financiero, apunta: “Para muchos, la
honestidad no significa defender la verdad, sino salirse con la suya sin violar
las leyes”.
David, que en otros tiempos fue ejecutivo, señala: “Aunque la falta de
honradez es mal vista cuando queda
expuesta, se considera aceptable si logra mantenerse oculta. La gente considera
brillantes a quienes encuentran la manera de conseguir lo que quieren, pues
admiran su ‘creatividad’”.
Y no son pocos los que aseguran que la deshonestidad es indispensable
para alcanzar el éxito. Un ejecutivo veterano comento: “Existe un espíritu
competitivo que impulsa a las personas a decir: ‘Tienes que hacer lo que sea
con tal de conseguir el contrato’”. Pero ¿será eso cierto? ¿O será más bien que
quienes intentan justificar la falta de honradez se están engañando con
razonamientos falsos? (Santiago 1:22.)
“Para muchos, la honestidad
no significa defender la verdad,
sino salirse con la suya sin violar
las leyes”
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