Poco se sabe sobre la función que
cumple el dormir en nuestro organismo. Pero recientes investigaciones sobre el
insomnio revelan su capital importancia para la salud física y mental del hombre.
Existen pocos fenómenos tan
extraños para la ciencia como el dormir. Todos los días las personas penetran
en sus sueños y laberintos. Ni los sueños ni la actividad de dormir pueden ser
examinados directa ni objetivamente.
A pesar de que el hombre pasa más
de un tercio de su vida durmiendo, ciencias como la neurología y la fisiología
apenas pueden explicar que ocurre cuando se duerme.
Como comento a la National Geographic el científico de la Universidad de Stanford
William Dement, codescubridor de las
fases del sueño y cofundador del Stanford Sleep Medicine Center, “después de 50
años de investigación la única razón sobre él porque dormimos es porque se
tiene sueño”. Parece una perogrullada, pero ciertamente, el descanso que supone
el sueño está lejos de ser un cese de las actividades del organismo, en
especial del cerebro, el cual permanece activo.
Actividad cerebral durante el dormir
El principal instrumento mediante
el cual se estudia la actividad fisiológica del dormir es el
electroencefalograma (EEG).
Los parámetros
electrofisiológicos que detecta el estudio polisomnografico se divide en dos
fases fundamentales: la primera de ellas es la fase de sueño sin movimientos
oculares rápidos (NMOR) y la segunda fase más conocida por MOR, movimientos
oculares rápidos.
La primera fase (NMOR) se
subdivide en cuatro estadios. El primero es la transición de la vigilia al
sueño; en el segundo, se detectan los complejos K en la actividad neuronal, que
corresponden a ondas lentas pero de alto voltaje; el tercero, es el de menos
actividad; en el cuarto, el de mayor profundidad en el sueño, el patrón
electroencefalografico es lento y de alto voltaje. Los estadios 3 y 4 de NMOR
se denominan sueño de ondas lentas (SOL), delta o profundo.
La segunda fase fundamental del
sueño (MOR), también conocida como “sueño paradójico” o fase D, aparece,
generalmente, 90 minutos después de las etapas anteriores y se caracteriza por
los movimientos oculares rápidos. En esta fase, la actividad de la
electromiografía muestra una atonía muscular completa y una parálisis motora. Así
pues, mientras más sumergido en sueños, el electroencefalograma registra que la
actividad del cerebro parece ralentizarse y pasa de ondas cortas a realizar
sinapsis de ondas más largas ocasionando los ensueños; a decir de Borges, la
expresión estética más antigua.
Sin embargo en todos esos
momentos, el cerebro, en menor o mayor medida, sigue activo; más aún, según los
expertos, en la fase MOR se registra la mayor cantidad de sueños. Esto
significa, en rigor, que el cerebro no descansa; aunque por lo menos descansa
de su carácter encarnado o consciente. Cuando sueña, su actividad se centra en
la elaboración de representaciones a partir de los contenidos inconscientes de
la mente.
Descansar o dormir implica, pues,
una actividad incesante pero revitalizadora que recién hoy comienza a ser
entendida.
ES INTERESANTE EL ARTICULO DE JEREMÍAS SOLO SE LLEGA A LA CONCLUSIÓN DEL DORMIR PORQUE SE TIENE SUEÑO.
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