Nadie
sabe de donde en realidad le vino esa extraña vocación, ese deseo intenso de
visitar el espacio. Es posible, sí, que
las lejanas imágenes del alunizaje de la nave Apolo XI y la caminata en la
superficie lunar hecha por el astronauta Neil Amstrong quedaran profundamente
grabadas en el subconsciente de Carlos Noriega, y dentro de ese misterioso y
tan complejo mecanismo del ser humano, fuera desarrollando muy dentro de sí un
sueño espacial, que su consiente llegó a cristalizar, gracias al esfuerzo y al deseo
real de alcanzar nuevas y mejores metas.
Si
bien es cierto él era un niño en aquel entonces, sus padres supieron decidir el
lugar de sus oportunidades y, por ende, la de sus hijos, siendo por ello
también parte importante de que un descendiente inca haya llegado a tripular
una de estas modernas naves espaciales; acto que, guardando las distancias, la
civilización incaica también trató de alcanzar, guiada por su dios Antarqui.
La
conquista del espacio ha alcanzado niveles espectaculares en las últimas décadas,
gracias, sobre todo, al desarrollo de tecnológicas específicas de este campo.
Muchos de los avances que hoy se ven en instrumentos, naves y hasta ropa
espacial se inspira en el trabajo pionero de grandes científicos.
Entre ellos
podemos citar al reconocido físico alemán nacionalizado americano Wernher von
Braun (1912-1977), considerado el padre del programa espacial de la NASA, y
también al científico peruano Pedro Paulet Mostajo (1874-1945), quien diseñó
varios dispositivos e interesantes teorías en el campo de la astronáutica. A
Paulet se le conoce mundialmente como el inventor del motor de cohete usado hoy
en día en naves espaciales. Fue precisamente el propio Braun, ex director de la
NASA y Director del primer vuelo tripulado a la Luna, quien reconoció el
esfuerzo de Paulet, dejando constancia de ello en su obra “Historia Mundial de
la Astronáutica”, que escribiera conjuntamente con Fred Ordway, con la
siguiente frase: “por este hecho, Paulet debe ser considerado como el pionero
del motor a propulsión con combustible líquido”; haciendo referencia a los
experimentos que este realizara en Alemania.
Quedará,
pues, en nuestro ego como peruanos, la satisfacción de haber podido asistir a
la transmisión directa del primer viaje espacial en el que participaba un
peruano, a través de vistas tomadas en vivo desde el transbordador Atlantis, en
su vuelo número 19. Más aun, el hecho de que el peruano Carlos Noriega J. hoy
en día nacionalizado de los EEUU, haya mantenido su lengua nativa, su cultura,
su folclor y hasta su afición en la cocina por lo peruano; lo que lo llevó a
pensar en saciar su sed espacial con una también agradable bebida inca: la
chicha morada. Tampoco faltó entre sus pertenencias llevadas al espacio, su
bandera bicolor y un tumi de oro, símbolo de la cultura Chimú.
Carlos
Noriega obtuvo por sus brillantes estudios secundarios una beca de
la Marina de
los EEUU, con la cual se graduó como bachiller en ciencias de la computación en
la Universidad del Sur de California. Luego, en la Escuela Naval de
Postgraduados de Monterrey, obtuvo la maestría en ciencias de la computación y
ciencias de sistemas espaciales. Más tarde se especializó en pilotaje de
helicópteros CH-46 Sea Knigth.
A
fines del año 2002, se retiró del Marine Corps, con el grado de teniente
coronel tras una ascendente carrera militar y académica en los Estados Unidos.
Sigue laborando en la NASA, entidad que tiene programados cuatro viajes para el
2005-2006. Carlos Noriega J. está incluido en la misión STS-121, que deberá
realizarse ese mismo año, de la que también forman parte, Steven W. Lindsey
(comandante), Mark E. Nelly (piloto) y el especialista Michael E. Fossum. Su
misión será entregar provisiones y equipos para la estación espacial.
Tal
vez debamos pensar que Antarqui, el dios de los aires en el Imperio de los
Incas, llevó a su civilización aunque en forma indirecta, hacia los espacios
infinitos más profundos, alcanzados hoy por el hombre, teniendo como testigo al
dios Wiracocha.
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