lunes, 16 de junio de 2014

Porque la honradez brilla por su ausencia?



Soborno
Deshonestidad

Danny  trabaja para una importante comercializadora de Hong Kong. De visita en la planta de un posible proveedor, expresó su temor de que la fábrica no pudiera cumplir los estándares necesarios para elaborar los productos que le encargara.

Más tarde, a la hora de la cena, el gerente de la planta le entrego un sobre repleto de dinero: el equivalente a un año de su sueldo.



·         La historia de Danny no es única, ni mucho menos. La magnitud y el alcance mundial de la deshonestidad son increíbles.

Para muestra basta un botón: según documentos judiciales, entre 2001 y 2007 una importante firma industrial alemana pago 1.400 millones de dólares en sobornos a fin de ganar contratos.



Aunque algunos escándalos empresariales muy sonados han propiciado reformas, parece que la situación en general va de mal en peor. Un estudio realizado en 2010 por Transparencia Internacional descubrió que, “en todo el mundo, se percibe que los niveles de corrupción han aumentado en los últimos tres años”.



¿Por qué hay tanta deshonestidad?

¿Realmente conviene ser honrado?

Si la respuesta es sí, ¿cómo lograrlo?



Las presiones para que seamos deshonestos:



“La honradez en los negocios es una

reliquia del pasado; quienes se empeñan en

demostrarla están condenados al fracaso.”

(Stephen, Estados Unidos)
 

¿Concuerda usted con esta desalentadora opinión?  Después de todo, la deshonestidad suele dar buenos resultados,por lo menos al principio. No extraña, pues, que las personas honradas se enfrenten a los siguientes tipos de presión:




La tentación. ¿A quién no le gustaría ganar más dinero o darse algunos lujos extras? Cuando surge la oportunidad de obtener beneficios por medios poco éticos puede ser muy difícil resistirse.



·         “Como estoy a cargo de la adjudicación de contratos, a menudo me ofrecen sobornos. La tentación de ganar dinero fácil es enorme.” (Franz, Oriente Medio.)



La presión para aumentar las utilidades al máximo.

En los últimos anos, las compañías de todo el mundo han tenido que operar en medio de una grave crisis; además, tienen que mantenerse al día con los vertiginosos avances de la tecnología, y la competencia local y global es cada vez m ´ as feroz. De ahí que a muchos empleados les parezca que la u´ nica manera de alcanzar los objetivos fijados por sus jefes es obrando con falta de honradez.

·         “Pensábamos que teníamos que hacerlo. [...] De otro modo, arruinaríamos la compañía.” (Reinhard Siekaczek, arrestado por corrupcion [The New York Times].)



La presión de otros.

No es raro que los compañeros de empleo o los clientes le insinúen –o incluso le exijan— a uno que participe en sus fraudes.

·         “El gerente de una compañía que es cliente importante mío me dijo que si no le daba su ‘comisión’, se buscaría otro proveedor. En otras palabras, quería sacar tajada.” (Johan, Sudáfrica.)



La cultura.  
En algunas culturas es costumbre que las transacciones vayan acompañadas de regalos. Pero dependiendo del valor del regalo o de las circunstancias en que se dé, podría empezar a borrarse la línea entre lo que es honesto y lo que no. En muchos países hay funcionarios corruptos que se niegan a hacer su trabajo sin un pago de por medio y no tienen reparos en dispensar un trato preferencial a cambio de dinero.



·         “Es muy difícil distinguir entre una propina y un soborno.” (William, Colombia.)



La comunidad.
 Quienes viven en la pobreza extrema o en países donde el Estado es incapaz de imponer el orden público son los que más presión soportan. En esos lugares, al padre de familia que se niega a engañar o a robar se lo ve como un irresponsable.



·         “La falta de honradez se considera algo normal, necesario y aceptable, siempre que no te pesquen.” (Tomasi, Republica Democrática del Congo.)



Como se va erosionando la honestidad

La presión influye muchísimo en la actitud de la gente. Una encuesta realizada en Australia revelo que 9 de cada 10 gerentes consideran los sobornos y la corrupción “un mal necesario”.

Además, reconocieron que estarían dispuestos a pasar por alto sus principios con tal de obtener un contrato o algún otro beneficio para la empresa.

Curiosamente, quienes realizan actos fraudulentos no se consideran deshonestos. ¿De qué forma concilian esta contradicción?



La gaceta Journal of Marketing Research lo explica así: “Las personas actúan lo suficientemente mal como para obtener beneficios, pero lo suficientemente bien como para engañarse pensando que son honradas”. Para acallar la conciencia, recurren a estrategias como justificarse o minimizar sus faltas.

Algunos se refieren a la falta de honradez con términos refinados para hacerla parecer menos

mala. Por ejemplo, ahora ya no se engaña ni se hace trampa, sino que se “toman atajos” o se es “competitivo”. Ahora ya no se habla de sobornos, sino de “favores” o “cuotas de agilización”.

Otros justifican su conducta cuestionable estirando la definición de honestidad. Tom, que trabaja en el sector financiero, apunta: “Para muchos, la honestidad no significa defender la verdad, sino salirse con la suya sin violar las leyes”.



David, que en otros tiempos fue ejecutivo, señala: “Aunque la falta de honradez es mal vista  cuando queda expuesta, se considera aceptable si logra mantenerse oculta. La gente considera brillantes a quienes encuentran la manera de conseguir lo que quieren, pues admiran su ‘creatividad’”.

Y no son pocos los que aseguran que la deshonestidad es indispensable para alcanzar el éxito. Un ejecutivo veterano comento: “Existe un espíritu competitivo que impulsa a las personas a decir: ‘Tienes que hacer lo que sea con tal de conseguir el contrato’”. Pero ¿será eso cierto? ¿O será más bien que quienes intentan justificar la falta de honradez se están engañando con razonamientos falsos? (Santiago 1:22.)



“Para muchos, la honestidad 
no significa defender la verdad,

sino salirse con la suya sin violar

las leyes”

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