lunes, 10 de marzo de 2014

Ludopatia: Juego patológico



Ludopatia: Juego patológico
Juego patológico
Desde 2000 años a. C., los juegos de azar han estado presentes en numerosas civilizaciones antiguas, tales como la egipcia, la griega y la romana, donde se les consideraba una de las principales pasiones de las clases más altas. Inclusive, se conoce de la adicción de los emperadores romanos como augusto y Claudio. Posteriormente, en épocas más recientes, cayeron victimas del juego notables personajes, como el poeta español Góngora y Argote, los rusos Lermontov y Dostoievski. A lo largo de la historia han existido personajes populares y muchos otros anónimos, arrastrados por esta enfermedad que, desde el punto de vista social, constituye una de las plagas más antiguas y de mayor poder destructivo de la humanidad.

Etimología.
Ludopatía proviene del latínludus –que significa“juego”- y la palabra griega patheia –que significa “afección, enfermedad, pasión”- por lo cual ludopatía tendría dos significados: “enfermedad del juego” y “pasión por el juego”. Dada la connotación patológica del término, la segunda acepción puede interpretarse en la práctica clínica como adicción por el juego, lo que concuerda con el enunciado de “Adicción patológica a los juegos electrónicos o de azar” que aparece en la 22° edición del Diccionario de la Real Academia Español.
Definiciones
El manual de diagnóstico y estadística de los desórdenes mentales que publica la Sociedad Americana de Psiquiatría (DSM IV) considera que la ludopatía o juego patológico es un comportamiento lúdico des adaptivo, persistente y recurrente, que altera la continuidad de la vida personal, familiar o profesional del individuo que la padece en ausencia de un episodio maniaco. Por otro lado, la clasificación internacional de Enfermedades de la OMS (CIE-10) codifica al juego patológico en el rubro de los desórdenes del hábito y el impulso, junto con la cleptomanía la piromanía y la tricotilomanía.
Se han planteado dos modelos fenomenológicos para la ludopatía:
1) es un desorden obsesivo-compulsivo; y
2) una forma de adicción no farmacológica.
Sin embargo, Dannon y Col proponen tres subtipos del juego patológico:
1) impulsivo,
2) obsesivo-compulsivo y
 3) adictivo.
Este desorden puede ser visto como un trastorno adictivo porque involucra  varios aspectos de los trastornos adictivos incluso síntomas de abstinencia, y sin necesidad de ingerir, inhalar o inyectarse sustancia química alguna; de ahí que muchos investigadores lo consideren como el más puro estado de adicción.
Epidemiologia y factores etiológicos
Existen múltiples factores detrás de la aparición de este desorden. Se considera que su etiología es probablemente multidimensional, resultante de una interrelación compleja entre determinantes ambientales, conductuales, cognitivos y biológicos.
Estudios de prevalencia realizados por el Consejo sobre Problemas de Juego, en el estado de Nueva York, indicaron que en 1996 el 3,6% de su población cumplía los criterios diagnósticos de juego patológico. Según un estudio realizado en 1998, el 2,4% de los jóvenes neoyorkinos de entre 13 y 17 años presentaba frecuentes y graves complicaciones de este desorden.
El juego patológico es crónico, progresivo y tiene una prevalencia de 1% a 3,4% en la población general y se  ha observado que predomina en el sexo masculino en proporción de 2 a 1, lo cual involucraría  un desorden genético heredo familiar. Entre los sujetos que solicitan asistencia, la proporción aumenta hasta 10 a 1 a favor de los varones. En términos de edad destaca el rango comprendido entre los 18 y los 30 años, pero llama la atención la importante incorporación de la población adolescente.
Buscando evaluar el factor genético, Black y Col demostraron, en un estudio controlado, que entre los parientes en primer grado de sujetos con ludopatía había un  significativo incremento de casos de juego patológico y de abuso de drogas, en comparación con la población control. Tanto el estudio referido, como otros estudios, encontraron en el análisis de sus datos que la ludopatía parece estar asociada a otras patologías psiquiátricas, tales como desordenes del humor, ansiedad, desorden de la personalidad, desorden del control del impulso, dependencia y abuso de alcohol y drogas. Esta situación aconseja que en el tratamiento de los sujetos que presentan ludopatía se incluyan medidas adecuadas para buscar la asociación con otros desordenes psiquiátricos como los antes mencionados […].
Diagnóstico:
Según el DSM-IV para el diagnóstico de juego patológico, se requieren cinco o más de las siguientes características para ser considerado ludópata:
1. Preocupación frecuente por el juego o por obtener dinero para jugar.
2. Jugar frecuentemente con una mayor cantidad de dinero o por un periodo más largo con relación a lo previsto.
3. Necesidad de incrementar el volumen o la frecuencia de las apuestas para conseguir la excitación deseada.
4. Intranquilidad e irritabilidad en caso de no poder jugar.
5. Perdidas repetidas de dinero debido al juego y reiteración en la conducta de jugar con la finalidad de recuperar lo perdido.
6. Repetidos esfuerzos por abandonar o reducir el juego.
7. Sacrificio de obligaciones familiares, sociales u ocupacionales para poder jugar.
8. Persistencia en el juego (incapacidad de abstención) a pesar de la imposibilidad de pagar las deudas crecientes, sin que importen problemas significativos como los legales, por ejemplo […].
Estrategias terapéuticas
Dadas las características de la enfermedad, es probable que la mejor estrategia sea la prevención. La población debe reconocer dentro de sus propios hogares la presencia de un integrante en riesgo de ser víctima de la ludopatía; pues, como vemos, este desorden no tiene el impacto ni el manejo de otras adicciones como el alcohol o las drogas, aun cuando las consecuencias  sean similares. Estamos invadidos de locales de juego, muchas casas de tragamonedas ilegales y los de videojuegos están atestados de niños, incluso escolares en horario de clases. Existen innumerables victimas anónimas, pero ni las escuelas ni las universidades, ni mucho menos los medios de comunicación masiva se interesan por un problema real que pasa desapercibido. De ahí que también se le denomine la “adicción oculta”.

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